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Microbioma de la piel: todo lo que necesitas saber y cómo afecta en el día a día

Una población abundante y diversa de organismos microbianos coloniza las superficies epiteliales de los mamíferos. Esta comunidad se ha denominado “microbioma” e incluye bacterias, hongos, protozoos y virus.

El equilibrio entre todos los elementos es indispensable para una piel saludable.

Las funciones principales de la barrera de la piel son mantener la homeostasis de líquidos y electrolitos, termorregular y proteger al organismo de los peligros ambientales, como los patógenos microbianos y los contaminantes químicos. El desequilibrio en el microbioma puede alterar las funciones de la barrera cutánea y abrir las puertas a diferentes afecciones.

Evitar el uso de ingredientes abrasivos y optar por un cuidado facial natural puede ser de gran ayuda para preservar el microbioma de la piel y evitar alteraciones.

¿Qué es el microbioma?

 

La piel es el hogar de millones de bacterias, hongos y virus que componen la microbioma cutánea. Al igual que los que se encuentran en el intestino, los microorganismos de la piel tienen funciones esenciales en la protección contra los patógenos invasores, la educación del sistema inmunológico y la descomposición de los productos naturales.

Como el órgano más extenso del cuerpo humano, la piel está colonizada por microorganismos benéficos y sirve como barrera física para prevenir la invasión de patógenos. En circunstancias en las que se rompe la barrera o cuando se altera el equilibrio, pueden producirse enfermedades de la piel o alteraciones en la piel.

Composición de la microbioma cutánea

 

En estudios de adultos sanos se encontró que la composición de las comunidades microbianas dependía principalmente de qué parte de la piel se analizaba, con cambios en microambientes húmedos, secos y sebáceos. Lo que en otras palabras significa que no en todas las partes de nuestra piel se pueden encontrar los mismos microorganismos ni la misma cuantía.

Los sitios sebáceos estaban dominados por especies lipofílicas de Propionibacterium, mientras que las bacterias que prosperan en ambientes húmedos, como las especies de Staphylococcus y Corynebacterium, abundaban preferentemente en áreas húmedas, incluidos los pliegues de los codos y los pies.

En contraste con las comunidades bacterianas, que varía dependiendo la zona, la composición fúngica fue similar en todos los sitios del cuerpo. Los hongos del género Malassezia predominaron en los sitios centrales del cuerpo y los brazos, mientras que los sitios de los pies fueron colonizados por una combinación más diversa de Malassezia spp., Aspergillus spp., Epicoccum spp., Rhodotorula spp., Cryptococcus spp. y otros.

En comparación con el entorno más rico del intestino, la piel carece de muchos nutrientes más allá de las proteínas y los lípidos básicos. Para sobrevivir en un ambiente tan frío, ácido y desecado, la microbioma residente de la piel se ha tenido que adaptar para utilizar los recursos disponibles presentes en el sudor, el sebo y el estrato córneo.

Por ejemplo, el P. acnes es capaz de prosperar en la glándula sebácea usando las proteínas de la piel y favorecer la adherencia bacteriana sobre la piel.

Los lípidos del sebo y del estrato córneo también son utilizados por especies de Malassezia y Corynebacterium, ya que no pueden producir sus propios lípidos y así poder sobrevivir.

El microbioma de la piel y las alteraciones cutáneas

 

Existe un equilibrio entre las bacterias y los virus/hongos de la piel. En ciertos contextos, las bacterias que normalmente son beneficiosas pueden volverse patógenas. Muchas enfermedades comunes de la piel están asociadas con cambios en la microbiota como en el acné, el eccema y las heridas crónicas.

Microorganismos asociados con el acné común

 

Es la afección predominante durante la adolescencia, el acné, que se trata de una alteración inflamatoria crónica de la piel que se asocia con la bacteria P. acnes, el organismo más abundante en la microbiota de los adultos sanos.

A nivel funcional, los perfiles de P. acnes son distintos entre las personas con acné y las personas sin acné. La observación de que casi todos los adultos están colonizados con P. acnes pero solo una minoría tiene acné destaca la importancia de no solo estudiar la presencia de la bacteria si no del entorno para comprender porque afecta a unos y otros no.

Staphylococcus aureus y dermatitis atópica

 

La dermatitis atópica (también conocida como eccema) es una enfermedad inflamatoria crónica recurrente con múltiples factores contribuyentes, que incluyen el deterioro de la barrera epidérmica, la activación de las células inmunitarias y alteraciones en la comunidad de microorganismos cutáneos.

Los factores ambientales, incluidos el pH, la temperatura, la sequedad, la genética del huésped, el uso de antibióticos y las prácticas de higiene, juegan un papel fundamental en el mantenimiento y la estabilidad de nuestro microbioma.

La desregulación de estos sistemas pueden alterar la estructura de la comunidad microbiana, una condición conocida como “disbiosis”, que a menudo refleja el dominio de microbio y una disminución en la riqueza y diversidad de microbios.

La disbiosis ha sido bien caracterizada en la dermatitis atópica, en particular, los sujetos que están altamente colonizados por S. aureus y se aprecia una reducción en la diversidad bacteriana cutánea.

Los pacientes que tenían antecedentes de infección por el virus del herpes simple tienen una mayor frecuencia y abundancia de colonización de la piel por S. aureus que aquellos sin tales antecedentes. S. aureus exacerba la inflamación de la piel y las reacciones alérgicas al desviar las respuestas inmunitarias innatas y adaptativas múltiples mecanismos.

 

BIBLIOGRAFÍA

Byrd, A., Belkaid, Y. & Segre, J. The human skin microbiome. Nat Rev Microbiol 16, 143–155 (2018). https://doi.org/10.1038/nrmicro.2017.157

Teruaki Nakatsuji, Richard L. Gallo. The role of the skin microbiome in atopic dermatitis. Annals of Allergy, Asthma & Immunology. Volume 122, Issue 3. 2019. Pages 263-269. ISSN 1081-1206. https://doi.org/10.1016/j.anai.2018.12.003.

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